Envidio esa palabra del valiente
que llega sin temblar hasta el oído
de manera clara, sin hacer ruido
y emerge un sentimiento de repente.
Envidio esa palabra del ausente
que escapa de caer en el olvido
y aún sabiendo que la guerra ha perido
mantiene la cabeza alta, de frente.
Envidio las palabras que te llegan,
la mirada que como premio sueltas
porque consigue hacerte sonreír.
Y maldigo las tintas que no riegan,
esta emoción que sigue dando vueltas
y se miega por completo a partir.
lunes, 15 de diciembre de 2008
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