Acógeme en tu regazo,
vertedero de las almas,
porque el tiempo se ha parado,
porque ya no queda nada.
Sabes que no haré ruido
ni derramaré más lágrimas,
porque no queda ninguna
que resbale por mi cara,
déjame por los rincones
solitarios de tus aguas.
Vengo por mi voluntad,
vertedero de las almas,
de verdad no quiero hablar
ni te importan mis palabras,
porque las almas aquí
permanecen tan calladas
y se puede imaginar
que has oído mil batallas
de los que aquí permanecen
que tienen la voz sellada.
Puede que hayan olvidado
aquellos golpes de espada
que los trajeron contigo
derrotados de esperanza.
Acógeme en tu regazo
vertedero de las almas
porque ya no quedan fuerzas
ni heridas que no sangran
por las flechas de Cupido,
por las historias soñadas,
por las ganas de un abrazo
cuando nace la mañana.
Aquí quiero descansar
acordándome de nada.
Aquí quiero descansar
vertedero de las almas.
domingo, 3 de octubre de 2010
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