¿Qué se pierde con hablar?
Quizá sea sólo tiempo,
y por qué me cuesta tanto
expulsar estos lamentos
en adornadas palabras,
no en la forma de estos versos.
Tus ojos provocadores
del manantial del silencio
hacen olvidar el habla
sin decirte lo que siento.
¿Qué podré hacer entonces
cuando a mí me venza el miedo?
La mesa llena de cartas
destinadas a este fuego,
no llegarán a tus manos,
arderán junto a mis sueños,
porque yo no puedo dártelas,
por cobarde yo me pierdo.
Y es que yo no te diré
ni con voces ni escribiendo
que pienso en ti cada día,
que tus ojos son mi centro.
La timidez interior
en el alma está creciendo
igual que el amor por ti
que yo guardó en mis adentros.
El día que seas de otro,
pintará de luto el cielo
y las derramadas lágrimas
no pondrán ningún remedio.
viernes, 13 de noviembre de 2009
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