No sé cómo ha sucedido,
mi niña de Luna blanca,
te has alojado en mi pecho
y ahí tienes tu morada.
¿Cómo puedo estar así,
sin saber cómo te llamas?
Lo único que tengo claro
es que tus ojos me atrapan.
Ahora creo en Cupido
y en su flecha envenenada
o ¿mejor debo creer
en la Luna de tu cara?
Sin saber cual es tu nombre
lo llevaré a la montaña,
a los mares del invierno
y tan grises como plata.
Tu sonrisa me fascina
y me hechizan tus palabras,
la paz llega a mis oídos
cuando escucho que tú hablas.
Despierto veo llegar
el fulgor de la mañana;
es un sentir solitario
y melancólicas lágrimas,
porque sé que pronto tú
vas a desplegar tus alas,
para marcharte muy lejos
como un ave se marcha.
No sé si podré algún día
borrar de mí tu mirada,
y deshacer los cimientos
en mi pecho de tu casa,
donde has venido a posarte
para iluminar a mi alma
y traer la inspiración
que hace tanto me faltaba.
Ha vuelto la poesía,
ya me queda una palabra
que decirte bajo el cielo
y en los mares y sus aguas.
Si quieres saber cuál es
yo quiero decirte "gracias"
Mil gracias por ser tan bella,
mil por haber sido mi hada,
mil gracias por ser tan dulce,
por ser una rosa blanca.
Porque eres la inspiración
que hace tanto me faltaba
sábado, 22 de noviembre de 2008
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