El tibio aroma de tu voz me acuna
en el muro de la desesperanza,
con lágrimas, me escudo en la añoranza
de aquel paseo a la luz de la luna.
Cuando el pasado es la única fortuna
que te dieron los tiempos de bonanza,
este tiempo presente ya no alcanza
para calmar esta incesante hambruna,
que de tu voz y luz tienen mis ojos
que se niegan a mirar otra estrella
que quizá tenga abierto sus cerrojos.
Pues sólo tu luz en mi alma destella,
con la fuerza del volcán de humos rojos
y te hacen a mis ojos la más bella.
domingo, 21 de diciembre de 2008
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