Misteriosos e insondables
los amores de la vida,
te atrapan sin avisar,
te someten y derriban.
Así me ocurrió contigo,
mi diosa de luz bendita,
en la inmensidad del mundo,
en el tiempo del algún día,
yo me encontré con tus ojos
y la luz de tu sonrisa,
fue el segundo más bonito
que mi vida viviría.
Con la inmensidad de gente
que este mundo habitan,
pude encontrarme contigo
y mi gracia fue infinita,
y aunque sé que no me quieres
la vida por ti daría.
Acorazado impasible,
derrotado por heridas
que dejaron los pasados
de las lágrimas marchitas,
tu luz derribó los miedos
de mi mente tan vacía
recuperando sus letras
pues tú creas poesía
y aunque no puedo tenerte
mis ojos por ti suspiran.
sábado, 3 de enero de 2009
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¡Ay que ver! ¿Por qué se quiere así sin que seas correspondido?
ResponderEliminar¡Qué grandes injusticias tiene el destino!
Yo creo que, despues de todo, se es bastante afortunado porque las cosas sean así. Los amores se están continúamente bajando y subiendo a los vagones del tren de la vida. Sin embargo, yo al menos me derroto en esta situación, el ver a una madre con un niño enfermo. En ese caso, vengan uno o diez mil vagones, esa pena es perenne.
ResponderEliminarGracias por tus visitas.