Veo a la rosa nívea que bebe
el llanto y la amargura de este cielo,
mientras se escapan lágrimas del velo
que guarda la tristeza eterna y breve.
En esa infinitud plena que mueve
nuestros tiempos de vida en el anhelo
de aspirar la frangancia de tu pelo
en un segundo mágico tan leve.
Me acompañan las lágrimas del llanto
del cielo que se junta con mi ojos
y hasta se puede ver a mi tristeza.
Y aunque llegue la noche con su manto
los párpados hinchados siguen rojos
porque el sueño de verte nunca empieza.
miércoles, 28 de enero de 2009
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