Te lloré bajo El árbol de la ciencia.
Te escribí en mis Luces de bohemia,
reventando el control de la alcoholemia
Zaratustra arruinó mi inteligencia.
La Tempestad barrió esa inocencia,
mas Juan Tenorio no hizo su academia,
me encontré con la Rima que me premia,
y lloré otras mil veces tu ausencia.
Me perdí en los Campos de Castilla.
Te soñé junto a un Rayo de luna,
con los sueños perdiéndose en la orilla.
Merlín me ofreció vía oportuna
de dejar aquel beso en tu mejilla
y volver a las lágrimas de cuna.
lunes, 9 de noviembre de 2009
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