Cual espada del guerrero,
con sus muchas cicatrices
resiste marcada mi alma
al recuerdo que persigue
a la luna y a las sombras
que en mi cielo tu escribiste.
Intentando hallar la paz,
cuento las penas por miles,
es que no hay un solo día,
que tus ojos no me humillen
con su infinita belleza
y su forma tan sublime.
Reconozco mi derrota
y no hay día que no habite,
la ilusión y la esperanza,
de que todo se termine.
Que tus ojos me hagan bien,
que el llanto no se eternice
y el brillar de tu recuerdo.
a mi espíritu ilumine.
viernes, 26 de diciembre de 2008
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