Aquella copa de vino
a la luz de tu mirada,
al amparo de tu voz,
abrazaban tus palabras.
Aquel giro de la tierra,
que puso la luna blanca
en tus ojos, en mis ojos
acaricia mis entrañas
dejando infinito anhelo
en la noche de tu calma,
la noche de tu dulzura,
de tus hechizos en mi alma.
El viaje que hicimos juntos,
rodeados de tu magia,
no me lo puedo borrar
del torrente de mis lágrimas.
¿Y por qué me dueles tanto?
¿Por qué me haces tanta falta?
Eres mi vida suprema
que marcha desorientada,
porque faltan los momentos
que como el fuego te marcan.
No hay camino, no hay sendero
que reflejen tus pisadas,
yo recorro nuevas rutas
de la tierra de nostalgia.
Y el corazón me abandona,
en mi primera parada.
domingo, 25 de enero de 2009
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