¿Cómo es que sin tenerte te perdí,
dejando una aprendiz densa y arcana
llevándote la luz de mi ventana
y el tesoro preciado que no abrí?
¿Por qué me abandonó lo que aprendí,
y por qué la amargura ahora emana
de los inciertos bosques del mañana
del color de la sangre del rubí?
Esa palabra que lo rompió todo,
que avivó tu indiferencia y silencio,
que no me permitió darte el lucero...
que terminó de hundir mi alma en el lodo
y consiguió traerme tu desprecio...
... esa suave palabra fue un te quiero.
miércoles, 31 de diciembre de 2008
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